El amanecer de una naranja roja.
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poesíaSinopsis
El río -o la calle- que es la poesía que se escribe hoy en día en Colombia, nos ofrece al menos dos grandes orillas -o aceras-, sobre las que va surcando la trágica historia del país. Por un lado, tenemos la que aún se atreve a ofrecerse como punta de lanza en la creación, luego del agotamiento de una búsqueda vanguardista, cuyo principal propósito es la renovación de una poética audaz, testimonio del toque de la Diosa, y por tanto, punto máximo en el proceso de señalar nuevas obras y caminos; y por el otro, tenemos esa escritura que es más el producto de una reflexión desde la imagen sobre la propia obra, es decir, estilos que han vislumbrado un sendero y lo han profundizado al margen del torrente de escrituras que amalgaman ese aparente desorden producido por el afán de figurar en el campo de la poesía. Las dos líneas son fundamentales al menos por dos razones: la primera, porque han producido obras notables que comienzan a poner en el escenario de la poesía en lengua española, el nombre de este reino tan ávido de reconocimientos; pero tan pobre en sus edificaciones poéticas; y la segunda, porque ha permitido una revitalización de la poesía que se manifiesta en redes, encuentros, concursos, debates, críticas, reseñas, libros, etc.
Sobre estas dos orillas se mueven grupos, revistas, marketing, redes de apoyo, críticas sicariales, egoísmos propios de todo campo, parasitismo cultural al margen del rigor y la lectura, y multitud de obras cuyos estilos poéticos son tan valiosos que van quedando depurados como islas en ese transcurrir, y a las que se tendrá que regresar tarde o temprano, para buscar alivio y resguardarse del ruido de la poesía cansada.
En ese vaivén se ubica la poética de Álvaro Neil Franco Zambrano. Sus poemas se resisten a la moda de quebrantar su raíz para arrastrarse a casas falsas; su poesía no es una falsa moneda producto del ingenio maquiavélico de quien se propone destruir para ofrecer audaces espejismos. Sus poemas son evidencia de honestidad y de reposo. Su poética es una rama en la que se posa el ruiseñor para mirar el pasado y rediseñar a través de imágenes silenciosas y festivas, el ruido de lo real. Enseña que en este mundo globalizado desde el plástico y el maltrato, en el que se envenena y se desconoce la importancia del prójimo y se patean los símbolos, la amistad es un hallazgo que funciona como brújula para reencontrar la pulsión que
nos anima a vivir.
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